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Existen incertidumbres, por el simple hecho de existir es necesario confesarse socialmente y dedicar esta columna primeriza a dar una explicación, creo que todos merecemos una explicación. El panóptico es una columna, en este caso periodística, podría ser una columna de Hércules, resulta difícil meter un trozo de mármol o granito esculpido en un periódico digital, aunque pronto veremos cosas semejantes con las gafas de google de TVE.

Decíamos hoy que los lectores merecen una sencilla explicación que no seremos capaces de dar.

panoptico

El panóptico es una columna de opinión sobre la televisión que no se ve... en esta y en sucesivas ocasiones escribiremos desde el punto de vista del no televidente, del no telespectador, del lego audiovisual, de un pluscuamperfecto analfabeto televisivo.

Todas las palabras significan, podíamos haber elegido zootropo, cámara binocular y otras que se encuentran en el origen de la tecnología de la mirada, del control social, del análisis del tiempo, del desglose de las acciones. El panóptico se podría resumir en una torre circular en la que un vigilante comprueba el comportamiento de los reos y a su vez estos nunca tienen la certeza de ser observados, la torre representa la amenaza de la mirada. El panóptico fue inventado por Jeremy Benthan a finales del siglo XVIII. Bajo este nombre queda nuestra columna, amparada por la historia y lista para ver sin ser vista. Fruto de un juego, ambiguo, pronto subiremos a la torre y seremos el alcaide o bajaremos al patio para mezclarnos con los presos en una especie de "reality" televisivo.

Queremos opinar, dar voz a todos los que no vemos la televisión, a todos aquellos que no han visto un determinado programa o que sencillamente son cabreros y al pasear el rebaño no disponen de la oportunidad de visualizar nada excepto lo que pasa allende los campos de La Mancha, del Empordà, de los montes de Zamora...

Somos tantos los que estamos hartos del hartazgo que renunciando a lo mas común y popular nos sentimos mejor. No nos gusta la televisión, no haremos concesiones, no nos interesa ver ningún programa pero... ¡Ay!... ¿Opinar?...

Sí, rotundamente sí, queremos opinar sobre lo que no hemos visto, al igual que lo hacemos con todo aquello que no hemos vivido. Afirmamos sobre arquitectura sin ser arquitectos, sobre economía sin ser expertos y así sucesivamente. Es lícito y además conveniente hablar de televisión sin tener ni idea de que se ha emitido y que no. Nuestra explicación empieza a tomar cuerpo si decimos que televisión y política van de la mano, por lo cual, al paso que hablamos de programas de televisión, aprovechamos a comentar lo que ocurre en la política, son churras, son merinas, no son ovejas.

Hoy, solo hoy, no queda mas remedio que hablar de la entronización, del nuevo Rey, recién estrenado, limpio, inmaculado, sacado del "blíster" monárquico, quitado el celofán. Hemos visto las instrucciones, en varios idiomas autonómicos, incluso podían haberse escrito en inglés, le acompañan varios "gadgets", "add-ons", en el "pack", se incluye una Reina, unas Princesas, también un coche en el que pasear, una calle Gran Vía en cartón para poner sobre la alfombra del salón y, como no, un Congreso con gradas lleno de clics de "playmobil" y estrado donde poner a Posada.

Es así. La democracia tiene una caja atractiva, la televisión y, un "vídeotutorial", que explica el origen de un rey como algo que requiere de un paseo hasta llegar a un lugar donde se producen vibraciones, ovaciones y algún grito desesperado ¡Viva el Rey!, como si el Rey estuviera muerto o fuera a morir, ¡Viva el Rey!.

Los leones, pacientes, inmersos en su mirada lateral vigilan, las puertas de la fachada del Congreso que solo se abren en muy contadas ocasiones, han estado, están abiertas, abiertas al nuevo Rey, el mismo del "packaging" en el que figura serigrafíado "La Familia Real" en blanco, con tipografía palatino.

Las televisiones han estado todo el día bombardeando la mirada para dar fe, solo fe. Aún nos queda la repetición de la jugada, como el Gol de Marcelino, presente para siempre en nuestra historia audiovisual, hoy, solo hoy o tal vez fue ayer o mañana.

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