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Lo cierto es que muchos materiales o productos que llevan amianto no suponen el menor riesgo para la salud, si se usan correctamente. El riesgo para la salud se produce, únicamente, cuando se liberan fibras de amianto al aire y se inhala éste, en este caso, la mayoría de las personas expuestas a cantidades relativamente reducidas de amianto no desarrolla, al parecer, problemas de ninguna especie relacionados con la salud, sin embargo, numerosos estudios sanitarios realizados de forma independiente en muchos lugares del mundo demuestran, de forma concluyente, que las posibilidades de desarrollar enfermedades respiratorias graves, incluyendo cáncer de pulmón, son mayores para quienes están expuestos a las fibras de amianto en suspensión en el aire.

La evaluación científica de todos los datos humanos disponibles no aporta evidencia alguna sobre cuál es el nivel "seguro" de exposición al amianto, de ahí que haya que considerar potencialmente peligrosa cualquier cantidad. Quienes tienen más riesgo son las personas constantemente expuestas, sobre todo las que trabajan con amianto en la industria. La tragedia de tratar las enfermedades relacionadas con el amianto es que sólo se manifiestan años después de haber estado expuestos.

Los resultados de la exposición al amianto, un carcinógeno conocido, pueden incluir cualquiera de las dolencias que siguen: cáncer de pulmón; mesotelioma (cáncer del revestimiento de la pleura y el peritoneo - cáncer terminal, casi invariablemente); cánceres de esófago, estómago, laringe o faringe - pérdida, dolorosa y progresiva, de la capacidad pulmonar debida a la acumulación de fibras de amianto en los reducidos pasos de aire de los pulmones.

La asbestosis es, por lo general, una enfermedad progresiva que va desde la dificultad para respirar cuando se hace ejercicio hasta la pérdida de la respiración en reposo. La muerte se produce a causa de la incapacidad del organismo para absorber oxígeno en cantidad suficiente. Como quiera que muchas de estas enfermedades tienen un período de latencia que se extiende hasta más allá de los 20 años, a contar desde la exposición inicial al amianto, muchos casos no son diagnosticados y sólo unos pocos sobreviven. La American Cancer Society informó en 1983 que menos del 9% de los pacientes de cáncer de pulmón sobrevive cinco o más años tras habérselo diagnosticado.

Como no es posible curar las enfermedades provocadas por el amianto y, normalmente, ni siquiera se pueden diagnosticar hasta después de haber transcurrido muchos años desde la exposición, lo único correcto que cabe hacer es prevenirlas. Cualquier nivel de materiales que contienen amianto (ACM) dentro de un edificio supone un peligro. 

Aviso para navegantes.

Fuente: El Mundo