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El partido animalista odia los toros, los antitaurinos las corridas y CCOO está tambien en contra de la tauromaquia. Pero sin los toros no habría muerto Sánchez Mejías o Manolete, no se habría teñido el cielo de rojo y albero, Goya habría dejado de pintar a sus Goyescas y el mundo Gitano y sus familiares disputas no habría tenido sentido.

Hay algo que corta el hielo y no lo raya y ni siquiera un punzón se clava como una astilla en un reloj para marcar las horas y dejar a sus manecillas varadas con su tintinear segundero.

Cuando el alma ya no duela, solo dolerán los entresijos de las manos, que abiertas esperan que un doblar divino de campanas suene en los campos, ahora yermos, ahora sin fruto, ahora esperando que el frió estío de invierno amenice nuestro esperar a la sombra del hogar.

Queremos a los Toros como si los hubiéramos parido, que es su mirada y sus cuernos los que nos miran ciegamente muertos.

COGiDA Y MUERTE.

A las cinco de la tarde. 
Eran las cinco en punto de la tarde. 
Un niño trajo la blanca sábana 
a las cinco de la tarde. 
Una espuerta de cal ya prevenida 
a las cinco de la tarde. 
Lo demás era muerte y sólo muerte 
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones 
a las cinco de la tarde. 
Y el óxido sembró cristal y níquel 
a las cinco de la tarde. 
Ya luchan la paloma y el leopardo 
a las cinco de la tarde. 
Y un muslo con un asta desolada 
a las cinco de la tarde. 
Comenzaron los sones de bordón 
a las cinco de la tarde. 
Las campanas de arsénico y el humo 
a las cinco de la tarde. 
En las esquinas grupos de silencio 
a las cinco de la tarde. 
¡Y el toro solo corazón arriba! 
a las cinco de la tarde. 
Cuando el sudor de nieve fue llegando 
a las cinco de la tarde 
cuando la plaza se cubrió de yodo 
a las cinco de la tarde, 
la muerte puso huevos en la herida 
a las cinco de la tarde. 
A las cinco de la tarde. 
A las cinco en Punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama 
a las cinco de la tarde. 
Huesos y flautas suenan en su oído 
a las cinco de la tarde. 
El toro ya mugía por su frente 
a las cinco de la tarde. 
El cuarto se irisaba de agonía 
a las cinco de la tarde. 
A lo lejos ya viene la gangrena 
a las cinco de la tarde. 
Trompa de lirio por las verdes ingles 
a las cinco de la tarde. 
Las heridas quemaban como soles 
a las cinco de la tarde, 
y el gentío rompía las ventanas 
a las cinco de la tarde. 
A las cinco de la tarde. 
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde! 
¡Eran las cinco en todos los relojes! 
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

autógrafo

Federico García Lorca, 1935

Fuente: elconfidencialdigital.com