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Las organizaciones necesitan una dirección fuerte y precisa, que tenga claro cuáles son los objetivos, como se orientan sus acciones de acuerdo con un plan o programa, que establezca un calendario para alcanzar los diferentes hitos propuestos y, que el conjunto lleve al éxito, económico, en primer lugar -sin economía la organización deja de existir- y, en segundo lugar, que sepa que debe fabricar o producir y a quién van destinados los diferentes bienes y servicios.

Para el caso de la televisión, los objetivos quedan diluidos cuando dichas metas son la prestación de un servicio público. Aquí cabe una interpretación mas o menos ambigua. ¿Es la cantidad de telespectadores la que define el objetivo principal?, ¿Es la cuota de mercado?, ¿Es la calidad?, ¿Es cubrir aquellos aspectos que las televisiones privadas no cubren por no ser económicamente viables?.

Los contenidos determinan el resultado respecto del número de televidentes y en ocasiones estos se decantan por programas que carecen de calidad o bien por otros que si la tienen, siendo el límite entre la televisión basura y la televisión de calidad algo impreciso si se quiere medir desde el punto de vista del número de telespectadores. ¿Qué hace que un programa sea bueno para el gran público?, ¿Y qué es lo que hace que el gran público vea un programa de escasa calidad?.

Además es necesario pensar en quién toma las decicisiones para que los programas se produzcan y no solo eso, también tienen que definir su posición en la parrilla pues puede determinar el resultado, de ahí que se preste mucha atención a los periodos horarios de la emisión, como dicen los anglosajones "peak", "prime" y "late". Otra variable es el canal por donde se emite, teniendo en cuenta que el contenido tiene que ser alternativo y no competitivo respecto de otro canal de la misma cadena.

La complejidad aumenta puesto que la forma de medir la cantidad de telespectadores resulta arcaica. Poco se ha evolucionado desde principios del siglo XX. Ahora se hace hincapie en el "share" o couta de pantalla, esto es, la distribución de la audiencia entre todos los productos audiovisuales en un determinado momento o a lo largo del día, semana, mes o año. Puede que un solo programa, por ejemplo, el fútbol congregue a millones de telespectadores y el resto de la programación a unoa pocos, pero el "peso" de la cuota se redistribuye, falseando la audiencia media y por tanto enmascarando el "share".

Las maneras apuntan las formas, nos explicamos, los directivos juegan a conservar una couta de audiencia a partir de las preferencias del gran público, para lo cual buscan estereotipos de programación que tengan entre sus contenidos, fútbol, sucesos y famosos mayoritariamente, en ocasiones grandes estrenos de cine o ficción. Tampoco hay mas, el resto se rellena como se puede, tirando de archivo y comprando en los mercados audiovisuales, series o documentales por paquetes. Todas estas variables están determinadas por la política audiovisual de los directivos de la cadena, quizás la variable mas importante en la cadena de valor de una empresa de televisión. Los directivos en el caso de una televisión pública son elegidos de forma poco clara. Así como a los trabajadores se les exige el acceso mediante pruebas de grueso calibre, en el caso de los directivos, las pruebas no existen y el prestigio de estos directivos, es habitual que sea nulo, ¿Quién conocía a los actuales directivos de CRTVE antes de serlo en dicha empresa?. Nadie, por lo que cabe hacerse otra serie de preguntas. 

¿Quién los elige?, ¿Cómo llegan a las mas altas esferas?, ¿De dónde proceden?, ¿Qué méritos se les atribuyen?. Todas estas preguntas están en íntima relación con el mérito y las carreras profesionales, con la capacidad y la eficiencia, al menos en teoría pero en la práctica la historia de Televisión Española está plagada de errores.

Los directivos responsables en la CRTVE son el Presidente, el Director de TVE y el de RNE. Por sus hechos los conoceréis. Veámos la tabla histórica de dichos representantes.