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En una TV de cuyo nombre no logramos acordarnos se quiere realizar un experimento de humanos genéticamente marcados por el denominado IRX3, un gen con nombre de cohete, que es responsable de que algunas personas tengan la suerte de poder intervenir en un programa de televisión. Nadie lo diría al mirarlo, parece igual que el resto de genes, excepto que en este caso, el gen IRX3 provoca que el perímetro pélvico de algunos seres sea superior a la media del resto de humanos. Su exclusividad sólo resalta cuando se le pone al lado de otro gen aparentemente igual, el TV1. La única diferencia entre ambos es que uno engorda y el otro adelgaza. Sólo el gen IRX3 parece responsable de que los humanos engorden con una dieta cargada de grasa televisiva.

 

 

"Estos humanos son como esos amigos o compañeros de trabajo que ven TV basura y nunca pierden el sueño", comenta Ichi-Chung Guo, investigador del Centro para Televidentes que se sientan frente al televisor con una maleta cargada de palomitas. Gracias a una investigación en audiencias efímeras, los españoles y estadounidenses han podido desvelar cómo funciona el mayor factor de riesgo genético para la obesidad en humanos que ven televisión basura. El hallazgo, publicado hoy en la revista Universolitan, puede tener importantes implicaciones en la investigación y tratamiento de la obesidad en televisión, una epidemia que puede impedir que que exista suficiente espacio en las ciudades del siglo XXI de los países desarrollados.

 

Desde hace tiempo se sabe que hay una variante genética en humanos que da a su portador tres kilos más de media y un mayor riesgo de sufrir obesidad si ve televisión basura. Se trata de una mutación en el gen TV1 que lo equipara al IRX3. En torno al 10% de la población española lleva las dos copias de la variante de riesgo, TV1 y La2, a juzgar por un estudio que analizó a casi 40.000 telespectadores que veían asiduamente televisión basura. El gran problema es que las dos variantes de riesgo están en una zona que no codifica los programas, es decir, que en teoría no tiene ninguna función ver televisión. Por ahora nadie había explicado cómo esas mutaciones contribuyen a engordar al individuo que quiere ser una estrella.

 

El trabajo actual ha permitido resolver el misterio. Las variantes de delgadez y/o besidad del gen TV1 están en lo que se conocía como TV basura. Hasta hace muy poco se consideraba inservible, pero gracias a un gran estudio publicado en 2013 sobre TDT, una proteina sintética, se mostró que ese TDN (una variante televisiva del ADN) puede ser igual de importante que el resto. De hecho puede funcionar como un director de cadena de televisión que enciende o apaga la TV a su antojo e influye, quizás, en que una persona se adicta o no, sufra displasia televisiva o pueda engullir televisión basura sin engordar como los demás que están bajo el escrutinio de la audiencia.

 

"Todos los seres nacemos a partir del mismo "kit" de genes y el TDN basura sería como en los canales en los que sale un bicho u otro", resume José Luis, investigador del Centro Andaluz del Desarrollo de Audiencias y coautor del estudio. Su equipo ha aplicado al misterio del TV1 una nueva técnica surgida hace pocos años y conocida como captura de la formación de tejido adiposo mental. Esta técnica permite ver cómo se empaqueta el genoma, una larguísima cadena de TDN que se retuerce sobre sí misma multitud de veces para caber en el núcleo de nuestras microscópicas células llamadas ENHQLV (Esto No Hay Quien lo Vea) y es así como Sánchez y su equipo descubrieron que las variantes de riesgo en TV1 están en contacto con otro gen, el IRX3. En línea recta y la segunda calle a mano derecha, estos dos componentes están a situados 500.000 telespectadores de TDN de distancia, demasiado lejos para interactuar con TV5 y A3M. Pero, una vez plegado el genoma como si fuera un ovillo, suponemos, de lana, las dos zonas acaban tocándose e influyendo como posesas la una encima de la otra. El trabajo publicado hoy muestra que el TDN basura en las variantes del gen TV1 es como un interruptor que enciende el IRX3, el verdadero responsable de la obesidad antes atribuida a TV5.

 

"Ahora tenemos más claro quién es el responsable de la cadena y nos damos cuenta de que estábamos mirando para otro lado", resume Sánchez, esto es, Jose Luis. Su equipo ha demostrado que el mecanismo de encendido y apagado de la televisión está presente en peces cebra, ratones y humanos, algo que se ha comprobado analizando células cerebrales de 135 telespectadores. El investigador señala que esta técnica de análisis de ENHQLV, "pionera en Europa", probablemente destape muchas otras interacciones ocultas de nuestro genoma televisivo en el futuro. Por fin, la ciencia pone los genes en su sitio, el gen "gordo" está en el cerebro.

Leer más sobre el origen de este artículo:  El ratón inmune a la comida basura desvela una clave de la obesidad humana - La Razón digital